martes, 18 de junio de 2013

Julio Andrés Linares Regalado


Sr. Julio Andrés
Linares Regalado
Dentro de los aspectos sociológicos y costumbristas de la ciudad de Chota los que tienen más antigüedad y aun perduran son: las Corridas de toros, las riñas de gallos y los apodos, todos ellos de data colonial.

Las corridas de toros se inician en Chota cuando, acatando una disposición del cabildo de Lima, se elige la fecha del 24 de Junio, día de San Juan el Bautista para celebrar al santo patrón y el festejo para dicha celebración era, precisamente, la realización de una tarde taurina cuya organización estaba bajo la responsabilidad de la autoridad edilicia de la ciudad, la que, a su vez designaba a un grupo de personas o Comité para su ejecución; estas personas recibían la denominación de PROCURADORES.

A través de la historia de la “fiesta de Cúchares en Chota” muchas han sido las personas que han ejercido la función de procuradores, entre los que podemos recordar, a partir de 1880, al Coronel don Domingo Lacerna, los hermanos Bernardino Guerrero y Trinidad Bernal, don Manuel Jesús Guerrero, don Avelino Vergara, el Dr. Montoya Villacorta, el RP. Emiliano Domínguez, don Antenor Tantaleán, don Julio Linares, el Dr. José Soto Cadenillas  y otros personajes que se ubican en el grupo de los procuradores ancestrales.

De todos ellos, con méritos propios, sobresale la figura de don JULIO LINARES REGALADO cuya incorporación al Comité se produce en la época  primigenia de la fiesta brava en Chota, época en que se lidiaban toros salvajes o cuneros y los diestros eran aficionados que lidiaban sólo por la carne de la res muerta y las naranjas que el público arrojaba a la “arena”. El mismo Don Julio nos narra en su poema “Camino de la Afición” como se hizo Procurador cuando nos dice:

                                   “Eran tiempos de Llaucanos,
                                   de Lázaro y Vizcaíno,
                                   de Brazo Fuerte y Pazmiño,
                                   de Ruperto Llamoctanta,
                                   de gente que toca y canta,
                                   de buena chicha y buen vino.

                                   Un buen día, sin pensarlo
                                   me levanté con buen pié
                                   y sin saber cómo fue,
                                   ni qué santo hizo el milagro,
                                   me puse mi saco largo
                                   y me integré al Comité. 


Procuradores Fiesta San Juan Bautista. Acompañan al Sr. Julio Linares, entre otros:
Prof. Carlos Alva, Prof. Francisco Gasco, Prof. Luis Lozano Pérez,
Prof. Gilberto "Misho" Vásquez, Dr. Fausto Valdivia, Dr. José Soto Cadenillas.
Como el nombre lo indica, los procuradores eran las personas que con su actividad de recaudación de fondos, preparación del coso, contrato de fuegos artificiales, bandas, toreros, compra de toros, elaboración del programa, etc, “procuraban” que la fiesta se realice; sin embargo, dentro de esas actividades, la de mayor responsabilidad era la consecución de los toros, actividad en la que se responsabilizó, desde su ingreso al Comité, don Julio Linares.

La responsabilidad consistía en trasladarse al lugar en donde se comprarían los toros, escogerlos y trasladarlos a Chota.

En sus primeros años, esto es, a partir de 1913, don Julio concurría a las haciendas de Chala, Quilcate, Maichil, Santa Clara, etc. en las cuales para lograr completar el encierro se practicaba la “taurokatapsía”; es decir, se tenían que cazar los bichos en el monte lazándolos con sogas y vetas para trasladarlos luego a los corrales de la hacienda, de donde se los conducía a Chota en “arrea” y en muchos casos en “parihuela”. A partir de 1954 cuando se inicia la adquisición de toros en las haciendas ganaderas, seguimos viendo la presencia de don Julio en Salamanca, La Viña, Yéncala, Chuquizongo, la Pauca, etc, hasta 1978 en que se retira de las lides taurófilas con 83 años a cuestas.

Aparte de esta actividad, don Julio, tiene participación decisiva en la fiesta brava de Chota en dos ocasiones relevantes:



Sr. Julio Linares (derecha) junto al torero Paco Céspedes
y el Sr. Jaime Villanueva Díaz.
(Archivo: José Villanueva Díaz)
La primera, cuando siendo regidor en la Municipalidad, elegido en la lista de Acción Popular, presenta un proyecto de Ordenanza Municipal para la expropiación de la “Quinta Rubio” con fines de construcción del coso taurino, iniciativa que con aprobación unánime de la comuna presidida por el entonces Alcalde Dr. Julio Vásquez Acuña, se convierte en Ordenanza, se consignan los fondos en el Banco de la Nación y se tiene el terreno en donde hoy se eleva majestuoso el coso taurino “El Vizcaíno” de Chota para orgullo y solaz de la afición.

El segundo momento decisivo de la intervención del Sr. Linares se produce cuando, luego de la construcción del foso y del anillo, realizados en la gestión de la comuna presidida por don Mario Mestanza Villacorta, esta culmina su mandato, el país es gobernado por la Junta Militar de Gobierno de la Fuerza Armada y la obra se paraliza durante dos años. En el tercer año, don Julio solicita, al entonces Alcalde Mayor Dagoberto Díaz Gonzales, la Presidencia del Comité que lo conforma con distinguidos aficionados  vecinos del “Barrio Cabracancha”, los que, al culminar la fiesta, continúan su labor constituyéndose como “Comité Pro Coso taurino” y reinician los trabajos, recibiendo apoyo y ayuda de la población (donaciones de material o dinero); del Dr. Fausto Fernández Torres (donación de 100 bolsas de cemento) y la dirección técnica del Ing. Eduardo Linares Núñez, logrando construir el muro de contención, el anillo de barrera, el anillo de contrabarrera y el primer anillo de tendidos, los cuales sirven de base para que los sucesivos alcaldes continuaran la obra hasta su estado actual, en el cual, para completar su solera, aún faltan la enfermería, la capilla, el patio de caballos y el desolladero.
 
Gracias don Julio, ¡Va por Usted, coño!

Fuente:
"Aspectos sociológicos y costumbristas de Chota”, CARVAJAL ATENCIO, Marco Abel.
“El Arte de Cúchares en Chota” . CARVAJAL ATENCIO, Marco Abel.

sábado, 13 de agosto de 2011

Víctor Acuña Sayaverde "MASHE"


Nota del Informativo Norte. Junio-2011.- Mucho antes del viaje sin retorno del gran paisano y amigo mayor, nuestro también coterráneo don Segundo Rojas Gasco le hizo este merecido homenaje al siempre entusiasta y querendón señor Marcelino Acuña Sayaverde. Como justo homenaje a este extraordinario chotano, tremendamente identificado con el pueblo que lo vio nacer. Que el extenso trajinar de nuestro entrañable MASHE sirva de meditación y ejemplo para las generaciones actuales y del futuro. A la memoria de don Marcelino Acuña Sayaverde quien disfruta, hace ya varios meses, en la mansión celestial. Descansa en paz cariñoso amigo (El Director: Carlos J. Idrogo Bravo)
Enviado por: Segundo L. Rojas Gasco

Unas palabras acerca de un chotano notable

Conozco a Víctor desde muchos años atrás, somos chotanos y, sobre todo, grandes amigos.
Allá en nuestra ciudad natal, vivíamos cerca de la plaza Alcázar, cuyo nombre se debe a que en esa plaza fusilaron al Coronel EP. Samuel del Alcazar después del fracaso de la revolución de Chota el año 1924. En el Centro de la plaza estaba el monumento al Coronel.
La plaza era el único campo deportivo para la práctica de fútbol de la niñez y juventud chotanas. Todos los destacados futbolistas chotanos que conocí practicaban en ese campo deportivo, en esa escuela de fútbol. (Ruco Isauro, Zorro Briones Talí Peralta, Jorge Tantaleán, Pepe Villanueva, Napoleón Salazar, Víctor Acuña, Juan Antonio Zamora, Carlos Mestanza, Huevito Díaz, etc.)
Plaza Alcázar, también hubo corridas de toros.
(Nótese al centro el Busto del Coronel Samuel del Alcázar)
Y ya que hablamos de “escuela”, cabe recordar que en el lado este de la plaza Alcazar, estaba ubicado el local del Centro Escolar Nº 73, en donde estudiamos la primaria Víctor Marcelino y yo. Aclaro un poquito: Víctor me lleva algunos almanaques “Bristol”.
El local del 73 era de dos pisos, con un balcón corrido de madera, de un color azul despintado, sostenido por pilares de madera, en los que jugábamos a la pega pega.
En el primer piso estaba el cuarto de don Carlos Coquero que era el guardián del local. Recordamos con gran reconocimiento a nuestros maestros Teodoro Medina, Fausto Valdivia, Tomás Alarcón, Jorge Sánchez, Emiliano Gálvez, Wilfredo Regalado.
Y fue precisamente en aquella plaza de fútbol donde tuvo lugar mi primer encuentro con Víctor. Y la ocasión se dio cuando yo estaba sentado en la esquina de la casa de la Sra. Carmen Fernández, viendo el partido de fútbol de jóvenes (de grandes, como decíamos) y, de repente Víctor me llama y me dice: ¿Oye, Godo, quieres jugar? (Godo era mi “chapa” desde niño).
De inmediato volé al campo de fútbol reemplazando a un jugador que abandonó la cancha.
En esa circunstancia futbolística se inició mi acercamiento hacia Víctor Marcelino, y, a partir de esa fecha, yo reemplazaba a algún jugador que abandonaba el campo por equis motivos es decir siempre estaba en la banca de suplentes (tenía 12 años), lo cual era una distinción para un adolescente chotano.
Naturalmente que esta circunstancia futbolística, mejoró mi autoestima, y era motivo para mis conversaciones con mis amigos escolares.
De aquellos años doy testimonio que Víctor Acuña era un joven alegre, amigable, reilón, juguetón y muy carismático; en donde había un grupo de jóvenes, allí estaba Víctor, comentando algún suceso, informando, discutiendo, bromeando, lo que al final terminaba en una jovial carcajada.
En todos los juegos de los jóvenes de aquellos años, competía Víctor Marcelino: Era el rey del ampay (eso dice Pepe Glishe), destacaba en la pega pega en el kiosco de la Plaza de Armas, en las aperitadas, salva vidas, trompo, gallos (pepa de lúcuma) chapique, bolero, chungas, zancos (ahora ya no se practican) junto a Pepe Glishe, Negro (Romain) Montoya, Bachiche, Loncho Camacho, Catacucho, Pateyuca, Patito Vigil, Shishinga, Shutinga Coronado,  Mono Livaque, Britaldo Estela, Mono Abanto, Roger Bardales y otros (los otros nombres lo tienen que completar ustedes).
Regresando a nuestro objetivo, debo decirles que al terminar la primaria, Víctor ingresó al Colegio Agropecuario, y yo al San Juan.
Hubo ocasiones que se le veía a Víctor Marcelino competir en las olimpiadas intercolegios o también en campeonatos de fútbol con equipos de los Barrios Altos y Barrios Bajos, Sociedad Obrera, Magisterio, etc. En estos campeonatos destacó Víctor Acuña en el puesto de arquero, en forma especial del Colegio Agropecuario, junto a Bonga, el joven, Tarzán, Díaz Martínez, Lucho Rojas, Burro con sueño, etc.
Pasó el tiempo, y supe que Víctor viajó a Chiclayo.
Después de este viaje a Chiclayo, para mí, hay un lapso duradero en blanco acerca de la vida de Víctor Marcelino; hasta que después de varios años en una de nuestras reuniones amicales en Lima, me contó lo sucedido:
Trabajó en la negociación azucarera Pomalca (Chiclayo) durante tres años consecutivos, junto a su padre Don Belisario Acuña, quien, le recomendó que viajara a Lima a estudiar en la Universidad Agraria. En efecto, el año 1950 viaja a Lima y fue a visitar la Universidad Agraria en La Molina, y se dio cuenta que esa no era su vocación y que tenía que buscar nuevos rumbos en su vida. Decidió trabajar y estudiar.
Por su experiencia en trabajo de almacén en Pomalca, pronto encontró trabajo en una empresa alemana, la ADOLIN y STIGMAN, dedicada a la comercialización de papel y todos otros materiales para imprenta.
En esta empresa trabajaba como agente vendedor un joven llamado José Lazo, con el que se hicieron muy buenos amigos y compartieron muchas ocasiones de solaz, fiestas, paseos y otras de implicancia juvenil (Víctor tenía 23 años). Víctor Marcelino le dijo a José Lazo que quería cambiar de trabajo y si sería mucho mejor en un periódico.
Un buen día su amigo Lazo le dijo, Víctor, prepárate para mañana porque tienes una entrevista directamente con el Gerente General del diario “El Comercio”.
Fue tan positiva la entrevista que, ese mismo día ingresó a trabajar en la sección administrativa, como ayudante de almacén. A pocos meses fue ascendido a Jefe de Almacén, por haber demostrado gran responsabilidad, capacidad de trabajo y buen trato con el personal.
Víctor Marcelino, recalca y me dice que estaba en el campo de su vocación y mejor todavía en un gran periódico “El Comercio”, y que se sentía muy feliz, lo cual le impulsaba a trabajar cada día con mayor dedicación.
Aquí quiero hacer un gran paréntesis me dijo Víctor Marcelino, y recuerda que “El Comercio” le gustó mucho desde los años de juventud cuando junto al Ñaño Antonio Cevallos, su gran amigo, iba a la oficina de correos de Chota, a recoger los paquetes del periódico “El Comercio” que llegaba de Chiclayo. Desde aquellos años le gustaba mucho leer El Comercio y, habiendo ingresado a trabajar a dicho diario le cayó de mucha felicidad para su vida.
Durante su trabajo, que fue tan eficiente, en diferentes oficinas del diario El Comercio, logró el aprecio de los directores de dicho diario y un buen día fue nombrado como gerente de Relaciones Humanas de El Comercio (fue el primer gerente de esta especialidad).
Después de algunos años lo volví a ver esporádicamente en el Centro Chotano de Lima, ya que por mi trabajo tenía que estar fuera de la capital; sin embargo debo manifestar que por nuestra amistad de años, él me ofreció sus servicio, y un buen día me dijo: visítame, pues, en “El Comercio” para conversar con más detalle. Así fue, un día lo visité, y como es tan amable, me invitó un desayuno con su respectivo tamal y chicharrones en un restaurante cercano al local de El Comercio; y desde aquella vez con su ayuda publiqué varios artículos periodísticos sobre la historia de Chota.
Pasó el tiempo y un día me llegó una invitación de Víctor, para reunirnos en el restaurante “La Casona” de nuestro paisano Dr. Manuel Coronado. Esa noche se dio el inicio a las actividades para presentar una lista para las elecciones de Junta Directiva del Centro Chotano de Lima. En aquella amigable reunión, estuvieron también, Roque Díaz, Eduardo Díaz, Segundo Regalado, Héctor Vásquez, Estanislao Heredia. Pusimos bastante entusiasmo en la propaganda antes de las elecciones, Víctor era el que dirigía las actividades y llegado el día, ganamos las elecciones. Aquí la lista ganadora 1989 – 1991:
Presidente                  :  Víctor Marcelino Acuña Sayaverde
Vicepresidente              :  Roque Díaz Mejía
Secretario de Deportes      :  Segundo Regalado Delgado
Secretario de Disciplina    :  Gilberto Saldaña Anaya
Secretario de Economía      :  Etanislao Heredia Vasquez
Secretario de Organización  :  Percy Valdivia Mansilla
Secretario de Actas         :  Guillermo Pereyra Estela
Secretario de Comunicaciones:  Armando Sánchez Cadenillas
                               Castinaldo Gonzales Pérez
Secretario de Prensa        :  Segundo Rojas Saldaña
Asistencia Social           :  Isabel Torres Mansilla
Asesor Legal                :  Héctor Vásquez Bravo
Secretario de Cultura       :  Segundo L Rojas Gasco
Durante el tiempo que Víctor Acuña presidió la Junta Directiva del Centro Chotano de Lima, se realizaron diversas actividades, con el objetivo de recuperar el prestigio que había venido decayendo año tras año, ya que no era la institución representativa de la colonia chotana en Lima, integrada por destacados profesionales en los diversos campos del saber humano. Por eso también se formularon planes y programas que pudieran alcanzar los objetivos de la institución, y a veces de acuerdo a las circunstancias se tuvieron que formular planes mensuales imprevistos.
De una manera general las actividades que desarrolló la Junta Directiva del Centro Chotano de Lima, durante la presidencia de Víctor Acuña S., fueron:
1.    Remodelación total del local del Centro Chotano – San Miguelito desde la entrada principal hasta el sector de cocina y baños. Trabajo de agua y desagüe, columnas, paredes, compra de muebles, enseres y menaje para la cocina, enlocetado de pisos y pintado total del local. De tal manera que el local quedó embellecido, cómodo y muy presentable, con el debido confort que merece la “colonia” chotana residente en Lima.
Los paisanos se sentían alegres al ver la “nueva cara” del local y, orgullosos de que este local sea el mejor de los Centros Sociales de las provincias de Cajamarca en Lima.
Debo manifestar que el costo total de la obra fue de US $ 16,000.00 (Dieciséis Mil dólares), pagados íntegramente por Víctor Acuña, con el dinero del adelanto de su jubilación del diario “El Comercio”.- Los Chotanos le prometimos devolverle el dinero, pero hasta ahora no hemos cumplido ni siquiera con un dólar; y él tampoco nos exige.
Esto demuestra el cariño de Víctor por su tierra natal, y además su generosidad y desprendimiento.
2.    Exposición cultural e histórica de Chota:
Durante 15 días se expuso al público limeño, en la CASA DEL MAESTRO – PASEO COLON, libros y revistas de autores chotanos, textilería chotana, restos arqueológicos traídos desde Chota, vajilla de porcelana chotana, artículos de cuero, pinturas chotanas, retratos y medallas de héroes chotanos de la Guerra con Chile, etc. La prensa limeña dedicó algunos comentarios muy elocuentes y felicitó al CCHL. Fue la primera vez que se realizaba una actividad de este tipo, y hasta ahora no he visto otra.
3.    Celebración entusiasta de las festividades sociales y cívicas, indicadas en el calendario festivo anual:
a)     Los alegres carnavales en los que se elegía a la reina que nos representaba en Chota, en todas las actividades del programa de la fiesta de San Juan.
       En estos carnavales siempre nos alegraban las Bandas de Quenas traídas de Chota y Lajas (Los Quitapenas, los Acunta, los Amartelados).
b)       Igualmente se celebraban con gran alegría el día de la Madre, del Padre, del Colegio San Juan, día de la Fundación Española de Chota y a fin de año, las novenas de la Santísima Virgen de Chota, en las que participaban las familias chotanas, según su residencia en los distritos de la capital (Jesús María, Comas. La Molina, San Juan de Lurigancho, Salamanca, Miraflores, Magdalena, etc.) terminando siempre con almuerzo, baile general con mucho entusiasmo y derroche de alegría. Todas las familias tanto Chotanas como invitadas participaban en forma entusiasta y quedaban muy satisfechas. Es necesario precisar que casi en la totalidad de las festividades programadas, nos deleitaba con su música el Conjunto Musical del Centro Chotano, integrado por Temi Gavidia Benel (guitarra), hijo de nuestro gran amigo Walter Gavidia (Tenor chotano) y de Nelly Benel, el Dr. Carlos Rubio (guitarra), también chotano, y la Srta. Carla Avendaño (flauta), bisnieta del héroe chotano de la guerra con Chile Capitán Alfonso Avendaño Díaz.
4.     Realización de dos eventos muy importantes:
a)              Homenaje a los héroes Chotanos de la Guerra con el Ecuador 1941, al que fueron invitados principales el Comandante E.P. Alejandro Medina Valderrama, Luis Sánchez Medina, Oscar Díaz Díaz y Casimiro Chero Marcelo, que aunque no es chotano (es de Catacaos), es muy querido por los chotanos y también integró el contingente de sangre chotano, y además, es casado con una linda chotanita, la Sra. Celinda Marrufo Vásquez. Fueron agasajados y premiados con diplomas y recibieron el cariño y agradecimiento por tan alto valor, ofrendando sus vidas por servir a nuestra patria y defenderla a muerte.
b)              La develación de las fotografías de los ex presidentes del Centro Chotano de Lima, GALERÍA DE PRESIDENTES DEL C.CH.L.
Esta fiesta congregó a muchos chotanos que no los veíamos años, allí estuvieron los familiares del primer presidente del Centro Chotano Artemio Collazos Osores (1924) y así sucesivamente de los siguientes entre los cuales habían Tacabambinos, Huambinos, Lajeños, etc. Fue un local lleno, lleno en personas y pleno de alegría; allí afloró ese amor por nuestra tierra y nuestros paisanos.
5.    La Caravana del Retorno para la Fiesta de San Juan
Con la dirección de Víctor Acuña, la Caravana del retorno alcanzó mejores y mayores objetivos. Desde la separación de pasajes (ojo que la Ñata Gavidia separaba su pasaje anticipadamente desde Estados Unidos), la conversación amena durante el viaje y hasta guitarra, cajón y su botellita de llonque. Los lectores de esta crónica recordarán a los asiduos viajeros a nuestra fiesta.
Muy emotivo el recibimiento de la Caravana en Chota. El recuerdo de nuestros días más felices, la presencia de parientes y amigos (algunos compañeros de estudios) nos hacía vibrar el corazón y nuestro espíritu inflamado de alegría nos hacía más grata la llegada.
Toda esta inmensa emoción había sido preparada y coordinada de antemano por Víctor Marcelino Acuña Sayaverde.
La caravana limeña estaba presente con su reina en todos los eventos programados para la fiesta de San Juan. Allí veíamos a Víctor Acuña muy entusiasta, felicitando y obsequiando regalos a la reina del campesinado chotano, al mejor torero; obsequiando libros en los colegios y también presentando a los conferencistas de las jornadas Educativas y Médicas a cargo de destacados profesores y médicos chotanos, que ofrecieron entusiastamente sus servicios.
Me parece oportuno también mencionar que en estas caravanas viajaban dos periodistas del diario “El Comercio”, uno de ellos APANAO Morales, y, en Chota nos acompañó algunas veces el Sr. José Antonio García Miro, director de “El Comercio”. El Sr. García Miro estaba muy cerca a los chotanos porque Víctor Acuña era Gerente de Relaciones Humanas de dicho diario.
Después de la fiesta teníamos la cara triste porque debíamos dejar nuestra tierra natal para regresar a Lima, pero al mismo tiempo, un suspiro de esperanza, para regresar el próximo año. Puedo decir que la caravana de retorno se hizo famosa y muy comentada.
6.    A mi parecer, también de Víctor Acuña y de los directivos del Centro Chotano de Lima – 1989 – 1992, desde el punto de vista cívico, el mayor logro ha sido, iniciar lo que ahora se le llama “El día de la Identidad Chotana”.
Sucedió así: En cierta reunión de la Junta Directiva haciendo unas reflexiones, llegamos a la conclusión de que teníamos un chotano héroe nacional, el Coronel E.P. Manuel José Becerra Silva; teníamos su monumento en Chota, pero no le habíamos rendido el homenaje que se merecía; además ya se conocía el papel importante realizado por los chotanos comandados por nuestro Coronel Becerra; entonces decidimos hacer realidad esta reflexión y nos pusimos manos a la obra. Remitimos oficios a las autoridades Chotanas (subprefectura – Alcalde – Guardia Civil – USE) haciéndoles saber nuestro propósito, adjuntando un programa tentativo. Y todo fue aceptado, hasta el mismo programa, y todo el acto cívico resultó extraordinario.
Recuerdo que en Chota fuimos a la Sra. Victoria Bernal para que nos preparara una ofrenda floral para colocarla en el monumento, la Sra. Victoria nos hizo un arreglo floral a la medida de la disponibilidad de flores, pero salió muy bonito.
Fue impresionante el paso de “Todo Chota” desde la Plaza de Armas, (estudiantes, profesores, entidades públicas, etc.) hasta el monumento del Coronel Becerra, con vivas, aplausos, quema de cohetes, ¡qué hermoso espectáculo! Allí estábamos frente a Becerra los chotanos, representando a sus soldados heroicos.
Estaban allí sus alumnos del San Juan, también estaban sus vecinos de la ciudad y estaban sus hermanos campesinos, la fibra chotana estaba al tope en aquella mañana del 22 de junio. Allí nuestro héroe que defendió a la patria con tal heroísmo que es difícil encontrar seres de tan alto espíritu de amor a su patria, con arrojo y valor indescriptibles, con Becerra la acción superó a la palabra y por eso los chilenos lo querían vivo o muerto, suponían que algún día los iba a vencer, y los venció en El Cárcamo 18 de setiembre de 1883 (murieron cerca de 200 chilenos y toda su caballería).
Recuerdo que aquella primera vez, Víctor Acuña me encargó el discurso oficial en representación del Centro Chotano de Lima.
Yo que conocía todo su heroico y bravo accionar en muchos frentes de batalla contra los chilenos, me emocioné muchísimo, me parecía verlo vivo con su carácter enérgico y decidido, dirigiendo el combate de sus soldados en San Juan y Miraflores, o disponiendo un ataque sorpresa contra los chilenos en el Combate de Chiclayo o cabalgando su caballo negro o emplazando a sus tropas en El Cárcamo; en fin en tantas otras pequeñas batallas frente a las fuerzas de Iglesias y de Villacorta.
Creo que éste ha sido el discurso más emotivo de mi vida.
En dos años sucesivos les tocó el discurso principal a Héctor Vásquez Bravo y Eduardo Díaz Calderón, directivos de C.CH.L. y después en años sucesivos a los presidentes de promoción de alumnos del Colegio San Juan, al cumplir sus bosas de oro.
Después de estas celebraciones se rinde homenaje todos los años, con programas mejor preparados y con una total participación de estudiantes, trabajadores, padres de familia, público en general y además delegaciones representativas de centros chotanos de Trujillo, Chiclayo, Cajamarca y Lima; ahora se le llama el DÍA DE LA IDENTIDAD CHOTANA. ¡Qué orgullo para los chotanos! Esa honorable distinción es la que nos falta a todos los peruanos; sentirnos dignos y comprometidos todos como verdaderos hermanos; lo que podría llamarse “El Día de la Identidad Nacional”. Quiero dejar constancia que fuimos los primeros en establecer el Día de la Identidad Chotana, y Víctor Acuña fue el que dirigió todas las actividades.
Por todo lo que les he mencionado de una manera general, pido que los chotanos lo recuerden siempre, que sean reconocidos y agradecidos con Víctor Marcelino Acuña Sayaverde, un hombre sencillo, servicial, honesto, fraterno, desprendido, muy humano, sobre todo querendón de su tierra y amigo a carta cabal.  
Cuántas veces he visto llegar a la oficina de Víctor Acuña en el local del Diario “El Comercio” a paisanos pidiendo informaciones sobre algún chotano influyente, a pedir publicación de artículos periodísticos, a solicitarle ayuda para alguna persona chotana necesitada, a pedir dinero para la impresión de revistas, libros, etc. Y también a pedir dinero prestado a Víctor, él muy sencillo y humano, les prestaba el dinero sin necesidad de recibo, a él no le interesaba ese papel; pero también estoy seguro que algunos no le han devuelto el dinero que les prestó.
Lo que sí me ha dado mucha satisfacción es leer en el libro Monografía Histórica de Chota del Dr. Jorge Berríos Alarcón, su nombre en el capítulo de Chotanos Representativos, la nota dice: Víctor Acuña Sayaverde, periodista y director de personal del diario El Comercio.
Además en su biblioteca he visto muchos diplomas de honor, de agradecimiento de diversas instituciones y personalidades de todo el Perú. Un diploma especial del Presidente del Club Cajamarca agradeciéndole por su gestión como directivo del Club Cajamarca (Víctor fue Secretario de Relaciones Públicas del Club Cajamarca).
Víctor, de mi parte para ti un fuerte abrazo, muchas gracias por todo lo que has hecho por Chota, tu nombre quedará grabado en muchos corazones chotanos para ejemplo de futuras generaciones.
Al finalizar, deseo intensamente que mejores pronto de la enfermedad que te aqueja y que nuevamente estés con nosotros brindándonos tu amistad y tu alegría.

jueves, 4 de agosto de 2011

Augusto Gasco Núñez: “El Cónsul Chotano”

Enviado Por: Segundo L. Rojas Gasco
(Chota.04.08.2011)
El 5 de abril de 1910 nació en Chota mi tío Augusto Gasco Núñez, hermano de mi madre, a quien se le conocía cariñosamente como “El Cónsul chotano”. Este título diplomático le fue conferido por la ciudadanía chotana radicada en el territorio patrio.
Los chotanos, de distintos puntos del país, encontraron en don Augusto Gasco al mejor y leal paisano, ya que con ellos era servicial, fraterno, muy humanitario, capaz de solucionar, o por lo menos ayudarles a solucionar cualquier problema personal o familiar en la capital de la república, hasta el extremo de que si un paisano no tenía donde pernoctar era capaz de brindarle su cama y conformarse con dormir sobre la mesa de su trabajo (mesa de sastrería).
Su niñez y juventud las pasó en su querida Chota, disfrutando del afecto de la familia Cadenillas y de sus allegados, hecho que le permitió mantener una relación amical con los jóvenes Cadenillas, Vigil Cadenillas, Soto Cadenillas, los Arrascue, los Díaz, los Novoa, etc. Amistades que las conservó hasta el día de su muerte, y que le sirvieron de mucho apoyo en el desempeño de sus “funciones diplomáticas”, como veremos más adelante. El joven Augusto Gasco y sus amigos disfrutaron, en esa época, de días de gran regocijo y distracción en sus paseos a la campiña chotana, a los baños en las aguas del río chotano, Colpamayo y San Mateo, (comiendo, a orillas de los ríos, pescado envasado, portolas o salmón, con galletas o tortas); así como participando en los juegos para jóvenes, propios de esa época, y que ahora ya no se practican.
En este punto de la nota, es oportuno mencionar que uno de sus amigos en Chota le puso el apelativo de “buey”, por su estatura y corpulencia, quedando desde esa vez, entre sus amigos íntimos, como el “buey Gasco”; que es el otro sobrenombre de mi tío.
Volviendo a nuestro relato, uno de esos días friolentos y lluviosos de diciembre, en Chota, el joven Augusto Gasco decidió viajar a Lima, en busca de un horizonte mejor, atendiendo a los consejos de la familia Cadenillas que tenía familiares residentes en Lima y con los cuales había realizado ya las coordinaciones para que cobijen al tío Augusto hasta que consiga trabajo, pues esta familia estaba muy interesada en el futuro de él.
En efecto, un día después de navidad, el joven Augusto Gasco partió de Chota, montado en un caballo alazán, portando una pequeña maleta con sus reducidas pertenencias, y, acompañado de un arriero, conforme se acostumbraba en aquellos tiempos. Naturalmente, portando también el suculento fiambre cuyo menú era: tortillas de maíz, bastante cancha, cuy frito con papas guisadas, y sabrosos tamales. De asentativo -lo que todos estaban pensando-, una botella de llonque, que además, era bueno para el frío y el dolor de estómago.
Así, en tres jornadas llegó al ISCO, un poco más allá del distrito de Llama y, desde este punto, cogido fuertemente de la baranda de un camión, llegó a Chiclayo, en donde compró su pasaje para viajar, y, a los dos días se embarcó en el puerto de Eten rumbo a Lima, en el vapor de transporte “Pachitea”. Caleteando, carga y descarga, el viaje de Chiclayo a Lima, duró una semana. Al llegar al puerto del Callao (en 1929) se le agrandaron sus ojos, y un rictus de complacencia se dibujó en su rostro redondo y moreno al contemplar el paisaje urbano. Cumpliendo con las instrucciones de la familia Cadenillas, el joven Gasco, subió a un tranvía y después de media hora ya estaba en el paradero de la Plaza San Martín, en donde se apeó, y luego caminó una cuadra, con maleta en mano, hasta llegar al Pasaje Encarnación, donde vivía la familia Vigil, parientes de los Cadenillas de Chota, quienes lo recibieron como a un familiar.
El joven Augusto Gasco se encontró con una ciudad enorme, comparada con su pequeña Chota. Lima estaba remozada en aquel entonces con motivo de haberse conmemorado el primer centenario de nuestra independencia (en 1921). Impresionó mucho al joven Gasco, las anchas avenidas (la Av. Leguía, que ahora se llama Arequipa, la Av. Tacna y la Av. Abancay, entre otras); las plazas bien cuidadas, con jardines llamativos; los monumentos enormes; las iglesias monumentales; los edificios modernos, de varios pisos; y las nuevas urbanizaciones (San Isidro y Santa Beatriz). Remozamiento que (como dije anteriormente) se debió a que Lima recibió de algunos países, con motivo del primer Centenario de nuestra independencia, obsequios monumentales:
  • Alemania nos agasajó con el reloj del Parque Universitario, colocado en la parte superior de una columna alta y vistosa. La campana tocaba levemente cada 15 minutos y, resonaba cada hora, de tal manera que diariamente daba de una a doce campanadas muy sonoras.
Esta construcción, con su reloj, armonizaba estéticamente con los jardines multicolores del parque universitario. Recuerdo que en 1950, la primera vez que visité Lima, una noche jugaba con mi primo César Díaz Gasco, pateando una pelota de jebe en los jardines del Parque Universitario. Al oír las diez campanadas yo y mi primo fuimos a la casa a dormir, porque a esa hora ya todo el centro de Lima estaba muy silencioso, tan sólo se veían algunas “sombras” que caminaban apuradas a tomar el último ómnibus.
  • Estados Unidos, por su parte, obsequió una fuente ornamental de bronce ubicada en la avenida Arequipa.
  • Italia, nos brindó el Museo Italiano y el Monumento a Antonio Raimondi en la Plaza Italia.
  • Japón, el monumento a Manco Capac, en el distrito de La Victoria.
  • Francia, la Plaza Francia, antes conocida como Placita de La Recoleta.
En fin, fueron inauguradas éstas obras; así como otras realizadas por el Presidente Don Augusto B. Leguía, como por ejemplo el Parque de la Exposición, con amplios jardines, lagunas y paseos.
El joven Augusto Gasco encontró, pues, una Lima hermosa, joven, alegre y elegante. Lima tenía más o menos medio millón de habitantes.
Nuestro cónsul, nos contaba que en las noches era cuando más recordaba a su idolatrada Chota, y se las pasaba meditando, y silbando nostálgicamente algunas canciones: Las locas ilusiones me sacaron de mi pueblo... Y también el vals El zorzal”.
Los primeros días en Lima fueron para el joven Augusto Gasco de gran preocupación por conseguir trabajo. El único documento de presentación que trajo fue su certificado de “Ayudante de Sastrería”, documento escrito en papel sello sexto que le había firmado el mejor sastre chotano, el señor Villalobos, en el que cercioraba que el Sr. Augusto Gasco Núñez era un buen ayudante de sastre, que sabía muy bien pegar botones, hacer bastas con costura pategallo, hacer ojalillos, cocer pantalones y planchado de prendas de vestir. Y que era, además, un joven honrado, puntual y respetuoso. Este certificado, estaba refrendado por un notario, de apellido también Villalobos.
Y en eso estaba, cuando un buen día (se había encomendado a la Almita de “Chorroca”) salió a buscar trabajo y palideció de alegría al encontrar en el Parque Universitario, cerca de donde vivía, un pequeño letrero que anunciaba:
SE NECESITA AYUDANTE
SASTRERÍA CAJAMARCA
JR. BAMBAS 430.
¡Por fin!, dijo para sus adentros, y de inmediato se encaminó a la sastrería, y al llegar a ésta tocó la puerta y sin esperar el permiso entró.
- Señor, buenos días, vengo a trabajar con usted soy ayudante de sastre.
- ¿Qué sabes hacer?
- Aquí está mi certificado de trabajo.
El dueño de la sastrería un señor Rodríguez, cajamarquino, leyó el certificado, y de inmediato le ofreció:
- Comienzas desde mañana, vamos a ver si es cierto lo que dice el papel. Además, somos paisanos, soy de Cajamarca.
Con el corazón que no le cabía en el pecho por haber encontrado trabajo, y justamente a cuatro cuadras del Pasaje Encarnación, detrás del local de la Universidad de San Marcos, lo primero que hizo fue ir a la primera iglesia que encontró (Iglesia de los Huérfanos), a agradecerle a la “Almita de Chorroca” por el favor recibido.
Ese mismo día, antes de regresar a su alojamiento y dar la buena nueva, decidió pasear por el centro de Lima a fin de conocer un poco más la ciudad capital del Perú. Llegó a la Plaza Mayor, en donde estaban (y están) el Palacio de Gobierno, La Catedral, La Municipalidad. Entró a todas las iglesias establecidas cerca de la Plaza Mayor, que él no sabía su nombre, pero que después se enteró que se llamaban: San Francisco, San Pedro, La Merced, Santo Domingo, San Marcelo; llegó al puente sobre el río Rímac. Y ya de regreso observó que un gallinazo planeaba por encima del Palacio de Gobierno “Es un shingo, se alimenta de carroña —pensó—. Algo se está pudriendo en ese palacio”.
Finalmente agotado de tanto caminar llegó a la casa de su hospedaje (Pasaje Encarnación) y le contó a la señora Vigil que había conseguido trabajo, la cual lo felicitó y le dio algunas recomendaciones, en especial sobre el tránsito de los tranvías, para cuando lo mandaran a comprar materiales de sastrería o a entregar obras: Debes fijarte bien, hacia donde van las líneas de tranvías. Todos parten de la estación central de la Plaza San Martín que tú conoces, a donde llegaste del Callao. Un tranvía va de la Plaza San Martín al Callao; otro de la Plaza San Martín hasta Chorrillos.
Ahora –Continuó aconsejando la Sra. Vigil- si vas directo al Callao o a Chorrillos compra pasaje ida y vuelta, porque así te dan derecho a dos pasajes urbanos gratis, es decir tú puedes ir gratis de la Plaza Bolognesi a cinco esquinas, o desde la Plaza Bolognesi al Rímac, también a Magdalena, a la Plaza Italia. También hay unos autos chiquitos que se llaman colectivos, que van de la Avenida Leguía hasta el Palacio de Gobierno, otra línea que va desde La Victoria hasta Vitervo, por la avenida Abancay.
Poco a poco aprenderás a viajar, es fácil ubicarse, como tú ves, la estación central está cerca a la casa y también cerca a tu flamante trabajo.
Esa noche el joven Gasco se acostó feliz, silbando: Las locas ilusiones me sacaron de mi tierra...
Con los días Augusto Gasco fue acostumbrándose a la vida limeña, a trabajar con dedicación y esmero, a cumplir perfectamente con los mandados, a conocer Lima, a esa enorme Lima que le había dado una nueva forma de vida. Felizmente mi tío era bien “mosca”, como decimos ahora.
Una mañana —nos contó el tío— fue a tomar desayuno a una cafetería que quedaba en el Jirón Azángaro, a la vuelta del taller. Entró, y pidió un café con leche. El japonés que lo atendió le preguntó:
- ¿Quele en vaso o taza?
- En vaso —dijo el joven Gasco.
El japonés le trajo un vaso de leche y un Chancay con harta mantequilla. A poco, el tío se dio cuenta que era mejor pedir en taza porque, aunque el vaso contenía mayor cantidad de leche, esta no era pura, el japonés le echaba un poco de agua, en cambió en taza la leche era purita y con nata. “Ese chino —dijo el tío—, no era ningún cojudo”. Ese fue su primer desayuno limeño en cafetería, y también su primera experiencia de la picardía limeña. Nos contó también que almorzó por primera vez en el restaurante “Salón Blanco”, ubicado en el mismo jirón, y que el menú fue sopa a la minuta con arroz a la cubana.
Después de dos años de trabajo, el señor Rodríguez, dueño de la sastrería “Cajamarca”, en vista del buen desempeño de su ayudante lo dejó a cargo del taller, porque tenía que viajar con urgencia a Cajamarca, por unos días, al término de los cuales regresaría.
Sin embargo al cabo de unos meses el señor Augusto Gasco recibió una misiva del señor Rodríguez en la cual le comunicaba que definitivamente se quedaba en Cajamarca y que él viera lo conveniente con la sastrería. Debido a ello Augusto Gasco decidió cambiar la licencia municipal, para evitar problemas. Desde entonces, la sastrería cambió de razón social a:
SASTRERÍA “CHOTA”
DE AUGUSTO GASCO
Jr. BAMBAS 430
El taller de la sastrería Chota estaba ubicado en una calle cuyas casas eran antiguas, posiblemente construidas a fines del siglo XIX; habitadas por gente de condición económica modesta pero de carácter apacible y muy amigable. Y como lo hemos dicho antes el local se encontraba en el centro de Lima, en el mismo corazón de esta ciudad, y a su alrededor funcionaban dependencias públicas y privadas importantes, de tal manera que todo el año había paisanos en la sastrería, especialmente en verano, es decir, en los meses de vacaciones. A todo esto se agregaba que los chotanos residentes en Lima dejaban su tarjeta con sus nombres y datos referentes a su trabajo, dirección, teléfono, etc. Los que no tenían tarjetas dejaban escritos en papel todo lo relacionado a su vivienda, a su profesión y su trabajo.
Con estos primeros datos, se inició el Cuaderno Directorio del Consulado Chotano, que le serviría al tío Augusto para realizar gestiones a favor de sus paisanos. Cuaderno que ya tiene 70 años de existencia y que ahora está en manos de mi primo Eduardo Chávez Gasco.
Debo mencionar que ese cuaderno inicial fue reemplazado por otro, ya que aquel tenía pocas fojas y resultaba insuficiente, hasta la tapa estaba deteriorada y por ese motivo ésta tuvo que ser cambiada por cartón grueso, pegado al lomo con retazo de tela. De manera que al cabo de un tiempo ese cuaderno se convirtió en una verdadera nómina de una “sastrería consulado”. Este Cuaderno Directorio, repito, está en manos de mi primo Eduardo Chávez Gasco, y está muy bien que él haya heredado esa joya.
De modo que con el paso del tiempo, el cónsul chotano tenía ya muchos amigos y también mucho prestigio, por haber realizado varias gestiones en favor de los paisanos, con el uso de esa nómina,
El cónsul, tenía sus amigos chotanos de diferentes profesiones que eran las “varitas”, que en el Perú, hasta ahora son indispensables para toda gestión. Él era consciente de que este proceder era incorrecto pero sabía también que era de uso común, conveniente y socialmente aceptado.
Veamos a continuación las siguientes “varitas” con las que contaba nuestro consul:
1. Para encontrar trabajo en el ejército o para ingresar a la Escuela Militar de Chorrillos, la vara era el Coronel Guillermo Núñez Saldaña, que era jefe de personal del Ejército; los entonces Capitanes Rogelio Toro Díaz y Guillermo Gasco Saldaña. Y en la Escuela de Material de Guerra, el entonces Capitán EP Segundo L. Rojas Gasco.
2. Las varitas para la Escuela Naval, el entonces Comandante Julio Aníbal Gonzales Castro.
3. Para la Escuela de Policía, el Comandante Froilán Tantaleán Azcurra y los médicos del Hospital de Policía: José Santos Pérez Castro, Pompeyo Sánchez Hurtado, Napoleón Linares.
4. Para la Escuela de la PIP, el Cónsul era muy amigo del Director General de la PIP Señor Carlos Marín (Celendino)
5. Para los enfermos, el cónsul tenía la vara del Doctor. Napoleón Arrascue (Napo Arrascue) Paco Arrascue y Antonio Cadenillas en el Hospital Dos de Mayo. En ese hospital también apoyaba el Doctor. Manuel Tudela Salmón, oculista, vecino y amigo de nuestro cónsul.
En el hospital Hipólito Unanue (Bravo Chico), al Doctor. Alejandro Vargas Calderón, neumólogo, destacado profesional, que curó a muchos chotanos. ¡Gracias Dr. Vargas, muchas gracias!
En el Hospital del Callao, también teníamos una varita, el Doctor Campos Pérez.
6. Para los paisanos que venían a Lima en busca de trabajo, el cónsul tenía “varita”:
- En la Fábrica de Losetas PIANA, a una cuadra de la sastrería, donde trabajaban mi tío Manuel Rojas y mi primo Napoleón Rojas.
- Con el ingeniero Lucho Cadenillas, que daba trabajo en una fábrica de tejidos de Surquillo.
- En la fábrica de Licores Ocucaje, los chotanos tenían un gran apoyo del contador general de la fábrica, el Señor Eliseo Tejada Rojas, Celendino, muy amigo de nuestro cónsul y de muchos chotanos. El popular CASHEQUE, cuando recibía la nota de nuestro Cónsul inmediatamente daba trabajo, para pegar etiquetas a las botellas o lavando las botellas.
En este punto quiero hacer un paréntesis y realzar, reconocer y agradecer a mi amigo CASHEQUE, porque él inscribió a nuestro cónsul en las planillas de los empleados de la fábrica Ocucaje, (a tantas insistencias de Casheque, que le decía Augustito, hasta cuando me das tus papeles para inscribirte en Ocucaje, hasta cuándo. Hasta que al fin nuestro cónsul estregó los documentos). Desde aquel año, tío Augusto tuvo atención médica del seguro y también su pensión mensual. Si no fuera por el seguro, tío Augusto hubiera sufrido mucho y seguramente se hubiera muerto mucho antes.
Por todo lo que hizo Casheque por nuestro cónsul, le agradecemos profundamente, con gran afecto.
7. Para estudiar en el Colegio Guadalupe, los padres de familias chotanos, pasaban al consulado a pedir detalles, y saber cómo se podía llegar con más seguridad y facilidad hasta el director. Fueron directores del Guadalupe, los paisanos Francisco Cadenillas Gálvez, Pedro Coronado Arrascue y Carlos Clavo Rivera, los tres eran amigos de nuestro cónsul. Muchos jóvenes chotanos e hijos de chotanos estudiaron en el colegio Guadalupe gracias a las gestiones de nuestro cónsul.
8. Para continuar con el Sector Educación debo mencionar al Centro Escolar Tarata, cuyo local quedaba en el Jr. Azángaro, a la vuelta del Taller de Sastrería. Y allí también mi tío Augusto ayudó a varios primos a estudiar su primaria, por eso los amigos cercanos y familiares decían que era Colegio de los Gasco. Allí estudiaron mi primo César Díaz Gasco, Carlos Díaz Gasco, Eduardo Chávez Gasco, mi hermano Augusto, mi sobrino Salomón Carrasco, José Ramírez, Jorge Cabrera.
Mi tío Augusto era el sastre de varios profesores y de ese hecho nacieron las varitas.
Por otra parte, los profesores chotanos y empleados administrativos del Ministerio de Educación viajaban a Lima, especialmente en los meses de vacaciones, para realizar diferentes gestiones. Y ellos sabían que nuestro cónsul era el mejor medio para solucionar sus pedidos, no sólo por las influencias que tenía sino además porque la sastrería quedaba a una cuadra de dicho Ministerio (en el Parque Universitario), de modo que las visitas al cónsul eran constantes y muy concurridas.
Veamos quienes eran “Las varitas” en el Ministerio de Educación:
·         El doctor. Francisco Cadenillas Gálvez, Director de Educación Superior.
·         El Ingeniero Rafael Loayza Guevara, Director Nacional de Educación Técnica.
·         El Señor. Sergio Ordóñez, Alto directivo de Educación Primaria Superior.
·         El doctor Leopoldo Díaz, Asesor del Ministro de Educación.
Con estas personalidades educativas chotanas, estaba ya asegurada la gestión en el ministerio, en cualquier dependencia, porque nuestros paisanos, tenían también amigos en todas las dependencias educativas. Que conste que todos eran personas honestas y probas, nada de coimas, ¡ni pensarlo!
Esas eran las varas, lo difícil era llegar a ellas. ¿Y cuál era el camino más seguro? Desde luego, el consulado chotano; precisando más, el cónsul chotano, Augusto Gasco. Y, ¿Cómo se lograba? Veamos:
Casi dos veces por mes, especialmente los viernes, final de quincena, iban a jugar casino en la Sastrería Chota, el ingeniero Loayza, el señor Ordóñez, don Teodoro Medina, Don Octavio Sánchez, don Enrique Pérez Castro. Mientras ellos jugaban, mi tío Augusto pasaba el café negrito acompañado de su pan con camote y relleno, y cuando llegaban encomiendas a nuestro cónsul había cuyes, cancha, galletas, rosquitas, bizcochos, panecitos, calabrias, etc. Naturalmente que de aperitivo servía su copa de llonque y también otra de asentativo. En algún momento oportuno abordaba el pedido nuestro cónsul, entregaba un papelito al que correspondía y, esperaba la respuesta que indicaba la fecha y hora de recepción en el Ministerio de Educación.
Yo estuve presente en algunas de esas reuniones, y vi con mis propios ojos cómo aquellos cerebros chotanos se alegraban, se entusiasmaban, por cariño a mi tío, y quizás, también, porque recordaban sus juegos de colegiales en Chota, y, por supuesto, por haber gozado de ese menú propiamente chotano. Las reuniones comenzaban a las 6 de la tarde y no pasaban de las 10 de la noche.
Cuántos chotanos recibieron favores de aquellos personajes chotanos, tanto de los ministerios como de los hospitales, de la Escuelas Militares y policiales; cientos de chotanos (por decir una cantidad) y, casi todos, con algún porcentaje de influencias del cónsul chotano Augusto Gasco; sin embargo, no le hemos reconocido ni agradecido: murió casi olvidado, y en su entierro, apenas estuvimos en el cementerio algo de 30 personas en total.
¡QUE CONSTE QUE NUESTRO CÓNSUL NUNCA PIDIÓ NI UN CENTAVO POR ESA LABOR QUE HIZO EN BENEFICIO DE SUS PAISANOS!
Sólo el Centro Chotano, el año 1995, le otorgó un diploma de honor, “LOS LAURELES CHOTANOS”, “establecidos para hacer reconocimiento público a los méritos cívicos de sus asociados”

Como sobrino, y chotano, solicito por este medio que el alcalde de Chota perennice a nuestro “cónsul”, poniendo su nombre a alguna calle de la ciudad de Chota. ¡Lo merece!
La muerte de nuestro cónsul
Así fueron muriendo los días y con los días los años, y algo parecido ocurrió con mi tío. Su decaimiento se inició el año 1988, cuando fue desalojado judicialmente del local de la Sastrería Chota, en el Jr. Bambas 430, a causa de la demanda presentada por el dueño, un señor que tenía varias propiedades. Tío Augusto vivía en ese local, más de 50 años y según algunas disposiciones legales, no podía ser desalojado porque era su vivienda y taller. Pero el tío Augusto cometió un lamentable error. Desoyendo nuestras objeciones, contrató para que lo defienda a un letrado que era su vecino e inquilino del dueño litigante, sin sospechar que este abogado, un cojo de mala entraña, interesado en que no lo desalojen también a él y de recibir un soborno, se coludió con el dueño y a propósito llevó mal el juicio. A resultas de lo cual el tío perdió la causa y se produjo el desalojo. Nosotros, los sobrinos, preocupados por este resultado, indagamos en el Palacio de Justicia, en los expedientes, consultamos con otros abogados: no había nada qué hacer: el cojo se había vendido, había jugado a dos ases. Pero como veremos más adelante, a este abogadillo le cayó su castigo.
El tío Augusto entonces pasó a vivir en la casa de mi primo Eduardo Chávez Gasco (Chavecito), en la sexta cuadra del jirón Puno, cerca de la Plaza Santa Catalina. Nosotros, los hermanos Rojas Gasco y mi mamá, vivíamos a una cuadra de la vivienda de mi primo Eduardo, de tal manera que siempre visitábamos al tío Augusto; y los días sábados nuestro tío almorzaba con nosotros, y nos sentíamos muy felices de estar junto a un hombre tan bueno que nos había dado tanto apoyo para conseguir nuestros objetivos profesionales. En todas las reuniones familiares estaba tío Augusto, muy querido por nuestros hijos y nietos.
Recuerdo que siempre después del almuerzo, nuestro cónsul, daba su siesta de sobremesa en el sofá más grande y cómodo de nuestra casa y lo despertábamos en el momento que en la televisión se anunciaba el programa “Trampolín a la Fama” de Augusto Ferrando; después del cual, cerraba su visita tras un apetitoso lonche.
Sin embargo algo de él, insospechadamente, iba muriendo. Ese cambio de domicilio lo fue desplomando psicológicamente, los paisanos ya no iban a verlo sólo iban a visitarlo sus familiares. El desalojo, le propinó un fuerte estrés que, poco a poco fue socavando su salud. Ya no veía a sus amigos, a sus vecinos de Bambas 430, a sus paisanos. Los años fueron causando grandes estragos en su cuerpo y llevaba su existencia a punto de pastillas. Sus últimos años lo vivió en La Molina, siempre en la casa de mi primo Chavecito.
Como su estado de salud empeoraba cada vez más y más, y por lo mismo necesitaba de cuidado médico permanente, Chavecito, su esposa Bertha y sus demás familiares consideramos que era el momento de internarlo en alguna casa de reposo, ya que en el Seguro Social no querían recibirlo. Es así como llegamos a la casa de reposo del doctor Segundo A. Gálvez Muñoz, médico chotano, quien después de escucharnos nos dijo: Para don Augustito, Ad honorem, aquí tendrá casa, comida, lavado de ropa. Ustedes tráiganle algunas medicinas y algunos implementos médicos que necesite.
Así lo hicimos y nuestro cónsul fue internado. Allí pasó sus últimos meses de vida, bien atendido por el doctor Gálvez. Sus sobrinos, hermanos y algunos buenos amigos le prodigamos amor y medicinas.
Quiero hacer público mi agradecimiento al doctor Segundo A. Gálvez, quien cada vez que lo visitó me dice: Para cualquier paisano, las puertas están abiertas, aquí lo tratamos como se debe tratar a un paisano, a un hermano. Y es cierto, varios chotanos han sido internados en esa casa de reposo, y han sido atendidos con cariño y mucho esmero.
HISTORIAS CORTAS DEL CONSULADO CHOTANO Y DE SU CÓNSUL.
Nuestro cónsul era muy buen maestro de sastrería, y por eso tenía muchos clientes. En grado tal que, a pesar de contar con operarios en el taller, no se daba abasto para cumplir con las obras, de modo que tenía que recurrir a maestros pantaloneros y saqueros, generalmente en talleres familiares cercanos a Bambas 430. Por eso había algunos reclamos en la confección de los ternos.
1. Un día un ingeniero chotano, encomendó un terno en la Sastrería Chota. Lo atendió tío Augusto, quien tomó las medidas y le dijo que regresara dentro de cinco días para que se probara. En la fecha indicada el ingeniero se probó el terno y acordaron que la entrega sería al día siguiente de la prueba.
Al día siguiente regresó el ingeniero a recibir el terno, pero antes se puso el saco y se miró en el espejo grandote que había en el taller: y dijo:
Don Augustito, está un poco ancho, me veo panzón.
Ya, no se preocupe —dijo tío Augusto—, le metemos unos dos centímetros, y estará bien —luego trazo con la tiza y le dijo que regresara a los dos días para llevar su saco.
El ingeniero, regresó a los 10 días, cuando tío Augusto y su ayudante Chavecito se habían olvidado de arreglar el saco. A todo esto Chavecito lo había visto venir y apurado ingresó a la sastrería y le dijo al tío Augusto: Por allí veo al ingeniero, seguramente que viene por su saco. Y ahora, dijo tío Augusto, no se le ha hecho nada al saco, pero ya no hay tiempo. Después que llegue el ingeniero, traes el saco y le dices que ya está arreglado. Te la juegas.
En efecto Chavecito salió de la habitación contigua: Ingeniero aquí está su saco, ya está corregido. El ingeniero se puso el saco, estiró los bordes, se miró al espejo y dijo:
Ahora si está muy bien don Augustito. Gracias.
2. Otra vez el saquero había hecho los ojalillos del saco de un médico chotano, con hilo plomo, el saco era de color negro. El doctor al recoger el saco se dio cuenta del color y le dijo:
Don Augustito, todo está bien, salvo el color de los ojalillos, son plomos claros, y deben ser negros, se nota la diferencia.
Lo cambiamos doctor —le respondió el tío— no se preocupe, regrese dentro de 5 días.
El doctor regresó a los 15 días y Chavecito llegó como en el primer caso, corriendo y le dijo tío allí viene el doctor por su saco, no se le ha cambiado el hilo plomo de los ojalillos. Ya no hay tiempo le contestó tío Augusto, entonces Chavecito rápidamente dijo, allí tengo tinta china, le voy a pasar a los ojalillos plomos. Tu ve lo que haces, dijo tío Augusto.
Efectivamente, llegó el médico y tío Augusto le hizo la conversación con el fin de que Chavecito tuviera tiempo para teñir los ojalillos con la tinta china, y dé lugar a que se seque un poco. La conversación, como es de suponer, se hizo muy duradera, y cuando ya el médico daba visos de fastidio, Chavecito salió del interior del taller y dijo:
Doctor aquí está el saco, solucionado el color de los ojalillos.
El doctor se puso el saco y se miró al espejo y dijo:
Ahora sí que está muy bien don Augustito, ya ve; los ojalillos están bien negritos.
3. También debo contar aquí, que para celebrar algún cumpleaños de chotanos amigos de nuestro cónsul, casi siempre lo hacíamos en el Chifa San Joy Lao, en la Calle Capón. De esos acontecimientos quedaron fotografías donde están: tío Augusto, hermanos Antonio y Arturo Medina, don Enrique Pérez Castro, Don Octavio Sánchez Medina, Gustavo Rojas Gasco, Segundo Rojas Gasco, Segundo Regalado, Juan David Vigil Medina, Juan Rufasto, Eduardo Chávez Gasco, Pepe Villanueva, Jaime Villanueva, Darío Sánchez Vera, Carlos Cancino Gasco, César Montenegro Gasco, Eliseo Tejada Rojas, y siguen muchos…Además de estas celebraciones habían otras, ya de carácter familiar o social, en las cuales le pedíamos a tío Augusto que bailara, porque tío Augusto era muy carismático y bailarín. Algunas veces, nos enseñaba cómo se bailaba la danza y la contradanza y, en especial, el tango, que lo bailaba muy bien. Por eso le pedíamos que bailara tango, y él orgulloso de ser el centro de las miradas, mejoraba sus contorneos o los cambios de pasos del tango burlón, por momentos casi sin salir de su sitio, causando la admiración de todos.
4. Mi primo Carlos Díaz Gasco, el popular Chaplin, era, y es aún alegre, palomilla, reilón y bromista, y a veces en extremo. En una ocasión, al ver que el reloj de pared de la sastrería Chota, estaba parado por varios meses, y eso, hasta años, por falta de cuerda (no había el repuesto en el mercado); se le ocurrió decir un día:
A mi tío Augusto lo único que se le para es el reloj.
5. Viene a mi mente otra anécdota. Un día domingo mi hermano Gustavo fue a visitar a un enfermo al Hospital 2 de Mayo, y de pronto por esas inexplicables ocurrencias pasa por la Unidad de Cuidados Intensivos y casi se cae de espaldas al ver en una de las camas al abogado cojo que hemos referido, al que se coludió con el propietario para que mi tío pierda el juicio y sea desalojado de su sastrería. Gustavo que es de “pocas pulgas”, sigilosamente ingresó, se dirigió a la cama del abogado, se agacho con sangre en el ojo y le dijo: ¡Cojo desgraciado, tú lo fregaste a mi tío Augusto Gasco, acuérdate, ahora MUÉRETE CARAJO!
6. Otra anécdota: Un día nuestro cónsul, pasó por la agencia de transportes “Nor Pacífico”, que quedaba junto al Parque Universitario, y vio a un joven con señas de ser chotano. Llegó a la sastrería y le dijo a Chavecito:
Eduardo, creo que tenemos visita
Porque dice usted eso — le preguntó mi primo
Porque allí en la agencia he visto a un joven con una maleta ahorcada [un costalillo cocido con pabilo y guatopa], seguro que viene para acá.
Pasaron unos minutos, y en efecto, el joven chotano llegó con su maleta ahorcada, saludó al tío Augusto y le entregó una carta.
Desde aquel día se quedó en Bambas 430, comió en la pensión de Padre Jerónimo de mi tía Carmen Rosa Gasco y estudió medicina en San Fernando. Se recibió de médico cirujano, se asimiló a la Policía y llegó a ser Coronel de Sanidad de la Policía Nacional.
7. El teléfono del consulado. Nuestro cónsul compró su primer teléfono, de la antigua Compañía Peruana de Teléfonos, el año 1940. El número del teléfono fue 282735. Yo conocí el teléfono era de color negro, diremos el tradicional, que tenía un timbre bullicioso, y los números estaban en un disco, en el que metíamos el dedo índice a los números hacíamos girar el disco hasta un tope y así número y número hasta que al final se escuchaba el tono del timbrado en el teléfono receptor.
Sí ese teléfono pudiera hablar. Cuántas cosas nos diría, nos contaría, cuántas citas amorosas, cuántas sacadas de vuelta, cuántas mentiras, cuántas tristezas, cuántas alegrías; cuántas cosas de la vida…
Ese teléfono “recompensó”, a su dueño, el tiempo de haberlo tenido, de haberlo querido, de haberlo conservado y haber demostrado qué necesario había sido durante tantos años, para cientos o miles de personas. Ese teléfono tenía muchas acciones por cobrar en la compañía peruana de teléfonos, guardadas, y que tío Augusto no había cobrado desde muchos años atrás. Y ese teléfono en el momento más crítico se presentó y dijo, no se preocupen, aquí estoy para solucionar sus problemas.
Sucedió de la siguiente manera. Ante el deterioro incontrolable de la salud del tío Augusto, nosotros los sobrinos Rojas Gasco y Chavecito habíamos acordado afrontar todos los gastos de sus funerales, pero ocurrió que uno de esos días, mientras nos encontrábamos conversando sobre la inminencia del pronto deceso del tío, mi hermano Gustavo le preguntó a Chavecito:
¿Y fuiste a cobrar las acciones del teléfono del tío Augusto?
No —contestó Eduardo
Entonces de inmediato hicimos todo el papeleo en vista de que tío Augusto ya estaba empeorando su salud y podían declararlo inhabilitado. Felizmente todo salió bien, y con el dinero de sus acciones de la compañía de teléfonos, y con lo que nosotros aportamos, fue suficiente para cubrir todos los gastos de un funeral digno de mi tío.
Mi tío Augusto Gasco, nuestro “Cónsul Chotano”, nuestro inolvidable tío, falleció el 10 de enero de 1995. Mi hermano Augusto Rojas Gasco, escribió en la esquela de invitación a la Misa De Mes, unas palabras que son el resumen de nuestra congoja:
Señor:
Tú conociste como era
cuando estuvo con nosotros.
Su nombre era Augusto.
Fue un hombre sencillo,
sin riquezas, ni títulos
lleno de bondad.
Y tú Señor
que conoces bien los corazones,
sabes que es verdad…
Era un hombre bueno.
Él creía en ti, te amaba
y por eso sabemos que ahora
lo tienes gozando de tu gloria.
Y también por lo mismo ahora
venimos a pedirte por nosotros,
para que nos ayudes
a soportar su ausencia,
y sepamos aceptar que tristezas
como ésta, son parte de la vida.
Y que son únicamente tristezas
pasajeras, pues no puede morir
quien vive amorosamente
en nuestro recuerdo.
Si algo me he olvidado sobre nuestro Cónsul Chotano, sobre ese gran hombre, destacado chotano, fraterno, humano, servicial, noble y sencillo, agregue usted lo que sabe, lo que piensa, lo que su conciencia y su memoria le requiera; estará usted demostrando con ello que no se necesita estudiar mucho, ni tener muchos títulos para actuar como hermano de todos los hombres de este globo terráqueo. Es decir, para actuar como actuó don AUGUSTO GASCO NÚÑEZ.